Real y esplendorosa efervescencia
llena de luz, de euforia y colorido;
cada ser en la Tierra es un latido
del amor que supone la existencia.
Vivir la primavera es una ciencia
que se aprende, cabal, con el sentido; es un mar en la tierra, florecido, que cada año ofrece una experiencia.
Es un soñar despierto y una aurora
expuesta a la razón con sus mil luces, vivas al corazón, que es todo un alma.
Y en esta tierra fina y tan señora
un revuelo de esencias por sus cruces
dictan la primavera de La Palma.
Soneto de José M. Enrique Calero y Calero (1979)
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