Una de las técnicas más atractivas para los amantes
de la pintura, tanto aficionados como profesionales, es la acuarela. La textura, la transparencia
y la delicadeza de sus colores proporcionan a los trabajos hechos con este
medio una sutileza y sensibilidad difíciles de obtener con otros medios. La
pintura a la acuarela requiere el dominio en el uso del agua, elemento que si
no se maneja con cuidado puede provocar incómodos “accidentes”,
En las
primeras décadas del siglo XX, los principales fabricantes de lápices y
materiales artísticos crearon el lápiz
acuarelable. Se trata de un lápiz de color soluble en agua. Estos
poseen las características de ambos medios (lápiz y acuarela). Su aspecto es
prácticamente idéntico al de un lápiz de color, con un cuerpo de madera y una
mina que contiene pigmentos solubles en agua. La gama de colores que ofrecen
los lápices acuarelables coincide con las tonalidades de la acuarela en general
y permite trabajar perfectamente sobre papel para acuarela.
Este lápiz, por
sus características, nos permite utilizarlo y conseguir resultados tanto
en seco como en húmedo. Es decir, una vez realizada la ilustración con el lápiz
de color, podemos parar en esta fase previa al humedecido, quedando un dibujo
realizado en técnica seca o podemos posteriormente realizar el humedecido para
“acuarelar” la obra.
Los lápices de colores, considerados como procedimiento
pictórico, tienen el inconveniente de que sólo pueden pintar por medio del
trazo; no pueden ofrecer manchas extensas como un pincel y, debido a ello,
resultan poco aptos para pintar grandes superficies. En cambio, para obras de
pequeño formato, sea cual fuere la temática, ofrecen grandes posibilidades.
Algunos ejemplos: Barcos varados Burano y una plaza de Roma:
1 comentario:
Yo no veo por ninguna parte la idea de pintar con lápices acuarelable
A lo mejor UD si....yo no
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